La época dorada de la lutería cremonesa ha estado rodeada, durante mucho tiempo, de cierto halo de leyenda y sus especiales circunstancias han sido presentadas como si de un mito se tratara. Afortunadamente, recientes trabajos historiográficos, hechos desde una perspectiva más realista, comienzan a colocar este hecho histórico en el lugar que le corresponde.

Como afirma R. G. Hargrave en su ensayo «The Amati method», el que Cremona emergiera como el más importante centro de la lutería de todos los tiempos  fue un accidente histórico y geográfico. Este éxito es un fenómeno derivado de determinadas contingencias acaecidas en un momento concreto de la Historia, así como la característica división política del norte de Italia.

Cómo, cuándo y dónde surge el primer violín son cuestiones todavía sin resolver. Es cierto que el trabajo llevado a cabo por determinados artesanos en distintos lugares, llevó al nacimiento del violín en la forma que hoy lo conocemos. No se trata, por tanto, del invento de un determinado lutier, como en ocasiones se ha pretendido. Así, pruebas de los orígenes del violín pueden ser encontradas en diversos lugares de Europa: Allgäu, Bohemia, Polonia y, en el norte de Italia, ciudades como Venecia, Brescia y Cremona. De hecho, características de lo que será el violín pueden apreciarse tanto en instrumentos como en iconografía anteriores a los primeros violines cremoneses que han llegado hasta nuestros días. Aun así, toda evidencia de la construcción de violines previa a los primeros ejemplares cremoneses que actualmente se conservan permanece, al día de hoy, en la más absoluta oscuridad.

¿Qué hace, por tanto, que Cremona se convierta en el centro de la lutería clásica? Para que el negocio de la lutería surja, y evolucione hasta el punto de ser una actividad plenamente rentable, es necesario que exista, a su alrededor, una red comercial bien desarrollada. Esa red comercial debía ser capaz de proveer de los más diversos materiales, desde madera, resinas, aceites, pigmentos, herramientas, productos químicos, cuero y un largo etcétera. Cualquier objeto que no pudiera ser producido debía ser susceptible de ser importado. Y no sólo era necesario que existiera la capacidad de importar materiales, lo más importante a tener en cuenta eran las ventas. Era necesario poder llegar a los diferentes mercados alejados del centro de producción.

Pues bien, ya desde el siglo IX, Venecia había comenzado a sentar las bases de unas relaciones comerciales con países lejanos, cuyo eje fundamental era el oro de países musulmanes. Los venecianos suministraban madera, armas y esclavos a los países musulmanes a cambio de oro, que luego empleaban en traer sedas y especias a través de Constantinopla. Venecia asentó su supremacía económica en varios productos autóctonos, entre los que destacaron la sal y el vidrio. Este establecimiento de Venecia como potencia comercial a partir del S. X hace que el Valle del Po se convierta en el centro vital del comercio de Europa. Una economía boyante que hace que surjan grandes ciudades en esta zona, Milán, Turín, Génova, Bolonia, Venecia, y un incipiente tejido industrial (armas, tejidos, manufacturas, etc.). Y es en el corazón de esta Pianura Padana , este importante centro económico, donde se asientan dos de las ciudades más relevantes en la historia de la lutería clásica: Cremona y Brescia.

Ya desde tiempos lejanos, existen documentos referidos a la exportación de instrumentos musicales desde ciudades como Venecia, Brescia y Cremona. Esto da prueba de la existencia de un asentado sector de construcción de instrumentos, con una estructura y una producción perfectamente consolidadas. Los estilos de construcción de la escuela de Cremona, con la familia Amati, y la de Brescia, con Gasparo da Salò y Maggini, aún siendo distintos, tienen éxito en la comercialización de instrumentos. Pero en la pugna por la supremacía luterística de la época, Cremona sale claramente vencedora: A la muerte de Maggini en 1630, no queda ningún exponente de la luthería bresciana digno de mención.  Muchos son los factores que pudieron determinar este resultado, uno de ellos pudo ser la terrible plaga de peste que asoló Europa en la década de 1630, que provocó desplazamientos de población en busca de mejores condiciones de vida. La explicación que J. Huber da en su libro «The violin market» se refiere a aspectos económicos y no deja de ser interesante. Brescia era un centro importante en lo que a la producción y transformación del hierro se refiere y estaba influida por los intereses comerciales de Venecia desde el S. XV. Alimentado por esta tradición metalúrgica, tuvo lugar un rápido desarrollo de la industria armamentística, más de 200 fábricas de armamento fueron creadas entre finales del S.XV y principios del S.XVI. Estos talleres, con un contramaestre y cuatro o cinco oficiales, copaban la mayor parte de la mano de obra de la ciudad. El desarrollo de los talleres de luthería en la ciudad se vio marcado por este hecho, pudiéndose producir una emigración hacia Cremona de aquellos que pretendían dedicarse a la luthería.

Determinadas las condiciones que pudieron hacer de Cremona el centro de la lutería clásica, en el próximo artículo trataremos de los inicios de la construcción del violín en esta ciudad.

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Bibliografía:

HARGRAVE, R.G.- «The amati Method». Consorzio Liutai A. Stradivari. Cremona. 2000

CHIESA, C.- «The rise of cremonese violin making». Consorzio Liutai A. Stradivari. Cremona. 2000

HUBER, J: The violin market. Verlag E. Bochinsky. Frankfurt 1995.

HILL et al.: Antonio Stradivari. His life and work. Dover Ed.

CONTAMINE; BOMPAIRE; SARRAZIN: La economía medieval. Ed. Akal.



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